sábado, 5 de octubre de 2013

El rumor de los clásicos. 

Historias que fueron escritas para ser contadas.

Desde un principio las historias en voz alta a la vez que se recitaba se iban inventando. La voz era el único instrumento de transmisión de historias.  A la voz le acompañaba la expresión del rostro, la mirada, el ritmo de la voz, así como todo aquello  necesario para transmitir las historias con la mayor realidad posible. La tradición literaria de los pueblos se encuentra fuertemente unida con la oralidad, y cuando leemos en silencio recuperamos algunas de esas voces en el momento en el que la imaginación se pierde entre las páginas de un libro, de eso nos habla el autor Antonio Muñoz Molina.

La primera historia a la que hace referencia el texto es la de Alicia, de Lewis Carroll en 1862. Trata de un relato de iniciación a un nuevo lenguaje, un juego de palabras. Otra obra de la que se habla en el texto es la de Peter Pan y Wendy, de J.M. Barrie. En esta obra habla a cerca de esos días maravillosos y dulces del pasado, los cuales no volverán a repetirse. A esta historia le sigue la de Caperucita Roja, de Dickens, uno de los grandes textos de la literatura. En él se unen el realismo y lo maravilloso, el terror y la magia, la obsesión por el sexo y la muerte. Aunque en 1815 los hermanos Grimm realizaron una versión modificada. Tanto Alicia como Peter Pan son personajes de tiempos diferentes, pero aun así muestran  la situación que vive el niño en esa época.

Otra obra de las que se habla en el texto es la de las Aventuras de Pinocho, de Carlo Colladi en 1881, el cual pertenece a la narración popular de carácter oral. Desde el comienzo del relato Pinocho está vivo, además de ingenuo es impulsivo, grosero, egoísta y agresivo, por lo que no se trata de un niño ejemplar. Es un niño nacido en el pecado original, fue creado para que sus lectores olvidasen los problemas que en ese momento estaban viviendo, todo ello lo podían olvidar a través de la imaginación.

La pasión por la niñez erradica en la literatura infantil inglesa, ya que la infancia para ellos es un periodo de aprendizaje de la vida adulta donde el niño sigue siendo percibido como bueno e inocente, cosa que hoy en día sigue presente. La literatura infantil nace contra el pecado original. Desde el principio de los tiempos los niños han sido un símbolo de inocencia, pero en el siglo XIX diferentes autores discrepan sobre la naturaleza bondadosa del niño, ya que la imaginación aporta al niño la posibilidad de acceder a una visión superior de la realidad que con los años y tras perder la inocencia ya no es posible.

La última obra de la que se habla en el texto, y no es por ello menos importante, es la del Mago de Oz de Lyman Frank Baum, 1900. El país de Oz es una utopía donde aparecen personajes tan peculiares como un espantapájaros, un leñador, un león cobarde y una niña, Dorothy. En este mundo se puede no tener que crecer nunca.

Hay textos que se construyen a través de una voz, pero la voz deriva de la imaginación. Es por ello que los clásicos son clásicos porque en cualquier momento, en el espacio y en el tiempo, son capaces de integrar en sus voces el rumor del tiempo, no en que fueron escritos, sino en el rumor de cada tiempo en que son leídos.

Como conclusión puedo decir que a través de este artículo he podido conocer diferentes obras que consideraba que conocía pero he podido comprobar como realmente lo que conocía eran sus adaptaciones o modificaciones y no la versión original. Es por ello que considero que a través de las obras podemos conocer a los autores y asociarlos con la situación en la que vivían en aquella época, cuáles eran sus pensamientos, sus inquietudes y la importancia del niño en las historias con el paso del tiempo.

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