viernes, 4 de octubre de 2013

Competencia literaria: un derecho del alumando

http://bib.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12258307719058273987213/p0000001.htm#I_0_



Hemos comprobado que el método didáctico utilizado hasta la actualidad para enseñar literatura en el aula no ha tenido éxito, más bien ha fracasado por completo. No es uno el problema que conlleva este fracaso, sino dos problemas y graves. Existe un gran pesimismo en la actuación metodológica y didáctica a la hora de desarrollar la competencia lecto-literaria en el ámbito académico, y no solo en los contenidos y hábitos de estudios impartidos, sino también en la formación y mediación del docente como instructor.

El primero de estos aspectos deja ver que evidentemente el sistema tradicional de enseñanza de la literatura no da su fruto, quizás, y seguramente, porque acoge el aprendizaje historicista como el único relevante, dejando aparcados otros aspectos literarios de gran importancia. No es que la cronología y el contexto de las obras literarias no sean objetos de estudio de importancia, pero la estructura interna, el mensaje del texto y su interpretación son tan importantes como su situación o ubicación en el tiempo. Esta metodología se ve impuesta por la normativa, pero impartida por el docente, de ahí la importancia de estudiar estos dos aspectos que frenan el desarrollo de la competencia literaria en el alumnado.

Ya hemos destacado y resumido qué es lo que no funciona en la didáctica de la literatura y qué debemos añadir o hacer, pero ¿qué debe hacer el docente para conseguir los objetivos propuestos a la hora de enseñar literatura? La constante actualización y renovación de la función del docente será el primer paso de la iniciativa a un cambio hacia la mejora educativa en el área que engloba la literatura, de lo contrario no existirá jamás una renovación metodológica completa y correcta. Pero ¿hacia dónde conducir esa renovación? No es otro el camino que la introducción a la literatura mediante la adquisición del hábito lector. El docente deberá actuar como mediador, crítico y motivador para conseguir asentar un interés lector en el alumnado, dejando de lado su papel como instructor y explicador de unos datos historicistas y contextuales de total abstracción.

Por tanto, para finalizar, podemos presentar un nuevo concepto de educación literaria, necesario en las aulas, en el que nuestro objetivo principal sería formar y transformar a un lector capaz de valorar las obras literarias, al mismo tiempo que interactúa con ellas y conoce sus características externas, de manera que mejoremos su recepción y comprensión. Para conseguir formar al lector ideal deberíamos enseñarles primeros a ser autónomos frente a la lectura, de modo que sean capaces de reconocer la intertextualidad y la interculturalidad en las distintas obras literarias. Solo así serían libres a la hora de elegir las lecturas y, por tanto, habrían adquirido un hábito lector.



Bajo mi punto de vista es necesario este cambio metodológico si deseamos un desarrollo integral del alumnado, pues la literatura abarca muchas de las materias y estudios presentados por las leyes educativas. Sin embargo, considero necesario que el cambio sea, en primer lugar, establecido en la normativa, en los contenidos y objetivos exigidos e impuestos en el currículo de educación primaria. Solo así el docente será capaz de seguir otras pautas y cambiar su metodología, pues se sentirá libre para hacerlo, a la vez que obligado. No será efectivo un cambio si no se llevan a cabo ambos. Para acelerar o conseguir la renovación de contenidos los docentes tienen el pleno derecho a exigirlo. 

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